Los cambios en España y en muchas otras partes del mundo se suceden a una velocidad vertiginosa, y asistimos a una sorpresa tras otra.
Pero para mí, lo más relevante de todo es la calma y la serenidad con la que los ciudadanos van asumiendo esos cambios, la capacidad de adaptación que vamos teniendo.
Una serenidad general en la que hay una ausencia de miedo, lo cual me parece algo extraordinario ya que el miedo ha sido, a lo largo de la historia, la principal manera de manipular y controlar a la ciudadanía.
Una ciudadanía que, además, ya no está dispuesta ni a recurrir ni a aceptar la violencia como medio de resolver los problemas, lo cual supone también otro avance histórico sin precedentes.
Todo esto son signos de la maduración de una sociedad que empieza a trascender la visión simplista y dual de la realidad, signos del cambio que muchas personas llevamos tiempo haciendo ya en nosotros mismos.
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