Hay dos formas de entender los cambios, los que piensan que se han de cambiar las estructuras para que cambie el individuo y los que creemos que el cambio empieza en el individuo mismo.
Las estructuras o la sociedad que tenemos no son sino reflejo del punto de evolución en que se encuentra el individuo.
Muchas veces queremos cambiar al mundo antes que cambiar nosotros y lo que hacemos es proyectar en esa lucha la frustración interna no sanada.
Es, cuando provocamos nuestra trasformación interior a través de la sanación del pasado, que abrimos las puertas a un futuro diferente.
Somos las personas concretas las que, al transformarnos, demostramos con nuestra práctica viva y en nuestro día a día, que otro mundo es realmente posible
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