La fe es para mí una especie de confianza íntima que vivo de una forma profunda, es como un sentir en positivo que me guía y me sostiene desde mi interior.
Está más allá de razonamientos acerca de si las cosas están mejor o peor, no es un ejercicio de racionalización o de autoconvencimiento.
No tiene nada que ver tampoco con un conjunto de creencias de que las cosas fueron, son o serán de tal o cual manera. Las creencias son concretas y para mi la fe suele ser abstracta.
Las creencias suelen chocar con otras creencias diferentes y pueden llegar a provocar enfrentamientos, pero mi fe no choca con nada y me lleva a una actitud más amable y confiada.
Tengo que confesar que siempre he sido un tipo bastante miedoso, y que siento que trascender esos miedos y ayudar a otros a trascenderlos, es una de las grandes labores de mi vida.
Pero siempre, siempre, he sentido que mi fe, de una hermosa pureza, era mucho más grande y poderosa de lo que pudiera serlo cualquiera de mis miedos.
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