Es, soltando el pasado, como nos abrimos a nuestro futuro.
Soltar el pasado no es olvidarlo como si no hubiera existido, porque entonces sigue afectando por completo nuestro presente desde nuestro inconsciente, y de esa forma repetimos, una y otra vez, los mismos patrones.
Soltar el pasado es conocer y aceptar ese pasado tal y como fue, desde la convicción de que ni pudo ser de otra forma, ni de nada sirve desear que lo hubiese sido, y dándonos cuenta de que no aceptarlo es quedar atrapado en él.
Y si hubo mucho dolor o traumas, pues hemos de sanarlo, reconociendo el dolor vivido y dejándolo marchar.
La vida, por sí misma, no va a compensarnos de lo vivido, y de nada sirve crearse falsas ilusiones acerca del futuro para escapar de nuestro pasado.
Somos nosotros los que, al decidir sanarlo, cambiamos el guión de nuestra vida y abrimos nuestro presente hacia un futuro diferente.
Soltar el pasado no es olvidarlo como si no hubiera existido, porque entonces sigue afectando por completo nuestro presente desde nuestro inconsciente, y de esa forma repetimos, una y otra vez, los mismos patrones.
Soltar el pasado es conocer y aceptar ese pasado tal y como fue, desde la convicción de que ni pudo ser de otra forma, ni de nada sirve desear que lo hubiese sido, y dándonos cuenta de que no aceptarlo es quedar atrapado en él.
Y si hubo mucho dolor o traumas, pues hemos de sanarlo, reconociendo el dolor vivido y dejándolo marchar.
La vida, por sí misma, no va a compensarnos de lo vivido, y de nada sirve crearse falsas ilusiones acerca del futuro para escapar de nuestro pasado.
Somos nosotros los que, al decidir sanarlo, cambiamos el guión de nuestra vida y abrimos nuestro presente hacia un futuro diferente.
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