Nos encontramos en un momento muy adecuado para trascender la dualidad, y el campo donde mejor podemos hacerlo es en el de las relaciones personales.
Habitualmente nos definíamos a partir del contraste con el otro, señalando y remarcando nuestras diferencias
Nos atraían de otras personas aquello que era diferente a lo nuestro, y también era eso lo que rechazábamos en el otro.
Era el juego de la comparación permanente, un juego dominado por la subjetividad y que nos permitía crear y mantener una imagen más "definida" de nosotros mismos.
Ahora se trata de trascender esa dualidad y de ir, más allá de esa falsa imagen creada, a un conocimiento profundo de nosotros mismos.
Y para ello hemos de ser consciente de que los demás no son sino nuestros espejos, y de que, lo que admiramos o condenamos en ellos, son, sencillamente, aspectos que hemos negados de nosotros mismos.
Habitualmente nos definíamos a partir del contraste con el otro, señalando y remarcando nuestras diferencias
Nos atraían de otras personas aquello que era diferente a lo nuestro, y también era eso lo que rechazábamos en el otro.
Era el juego de la comparación permanente, un juego dominado por la subjetividad y que nos permitía crear y mantener una imagen más "definida" de nosotros mismos.
Ahora se trata de trascender esa dualidad y de ir, más allá de esa falsa imagen creada, a un conocimiento profundo de nosotros mismos.
Y para ello hemos de ser consciente de que los demás no son sino nuestros espejos, y de que, lo que admiramos o condenamos en ellos, son, sencillamente, aspectos que hemos negados de nosotros mismos.
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