Como nos indican muchas enseñanzas, vivimos dormidos en una pesadilla de sufrimiento y de separación y eso no es más que un sueño.
Al igual que podemos constatar que el odio es una fantasía que nos oculta la realidad del amor, una fantasía en la que distorsionamos la realidad de lo sucedido, la del otro y la nuestra, para justificar nuestro argumento victimista.
Ahora bien, aún sabiendo que esto es así, cuando estamos en la ignorancia, o cuando estamos dormidos en nuestro sueño, vivimos estas fantasías como reales, y al vivirlas como tales les damos consistencia.
De nada sirve convencernos de que son simples ilusiones o fantasías y de que el amor es lo real, si las seguimos sintiendo y viviendo como reales.
No se trata tanto de convencernos de que es un pesadilla, como de ir constatando, por nosotros mismos, el carácter artificioso que tiene en nuestra mente, lo cual exige una disposición de investigar y profundizar en nuestra realidad y en aquello que vamos viviendo.
No es cuestión de convencernos de que sólo es un sueño, sino de despertar de él.
Al igual que podemos constatar que el odio es una fantasía que nos oculta la realidad del amor, una fantasía en la que distorsionamos la realidad de lo sucedido, la del otro y la nuestra, para justificar nuestro argumento victimista.
Ahora bien, aún sabiendo que esto es así, cuando estamos en la ignorancia, o cuando estamos dormidos en nuestro sueño, vivimos estas fantasías como reales, y al vivirlas como tales les damos consistencia.
De nada sirve convencernos de que son simples ilusiones o fantasías y de que el amor es lo real, si las seguimos sintiendo y viviendo como reales.
No se trata tanto de convencernos de que es un pesadilla, como de ir constatando, por nosotros mismos, el carácter artificioso que tiene en nuestra mente, lo cual exige una disposición de investigar y profundizar en nuestra realidad y en aquello que vamos viviendo.
No es cuestión de convencernos de que sólo es un sueño, sino de despertar de él.
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