En nuestra actual situación global de cambio radical, suelen darse dos actitudes: o abrir muy ampliamente nuestra mente y aprender a ver de nuevas formas la vida, o cerrar nuestra mente e intentar vivir sin entender nada.
Desde los parámetros habituales desde los que contemplábamos y organizábamos el mundo ya no podemos entenderlo, ya nos son insuficientes.
Desde esos parámetros, lo que sucede parece un caos condenado al desastre, porque son parámetros centrados en una determinada organización exterior.
Los que creen aún en ella intentan sobrevivir procurando no pensar en nada y en vivir de la forma más superficial de que son capaces.
Los que pueden profundizar en la realidad son aquellos que están dispuestos a ver más allá de ese caos inevitable de un sistema agotado.
Aquellos que miran en su corazón el nuevo tiempo que comienza, un tiempo en el que todas las posibilidades están abiertas.
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