Una de las claves para saber nuestro nivel de amor a los demás es ser conscientes de lo que sentimos en nuestro corazón.
De lo que sentimos hacia nosotros mismos, hacia los demás, hacia el mundo en general.
Saber si vibramos en el enfado o en el afecto. Si vivimos amargados, renegando a diestro y siniestro, encerrados en nosotros mismos, o con los brazos y la mente abierta a la comprensión.
Porque lo que sentimos es lo que emitimos. Y la mejor manera de ayudar al mundo es desde el amor. Porque el sufrimiento que vemos a nuestro alrededor no es más que una muestra de falta de amor.
Enfadarse porque falta amor en el mundo es un sin sentido, es insistir en el sufrimiento. Si falta amor lo que hay que hacer es emitir amor.
Podemos tener una visión crítica ante muchas cosas que suceden, pero es nuestra forma de tratarnos a nosotros mismos y de tratar a los demás lo que nos muestra de qué forma estamos sintiendo.
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