Nuestros problemas no resueltos afectan a todas nuestras relaciones y las condicionan por completo.
Desde esas carencias y problemas generamos expectativas y dinámicas de compensación, tanto en nuestros ámbitos afectivos: pareja, familia, amigos, etc. como en otros ámbitos como el laboral, con compañeros, alumnos, pacientes, clientes...
Llevamos nuestros problemas a todos nuestros ámbitos vitales, y mientras más asuntos tengamos por resolver, más insanas serán nuestras relaciones.
De todas formas, hemos de vivir esto de una forma positiva, dándonos cuenta de que todo puede servirnos para nuestra evolución.
Cada uno de los problemas que nos encontremos en nuestras relaciones nos está mostrando y hablando de eso que tenemos por resolver en nosotros. Es un auténtico regalo que hay que saber agradecer.
Tan sólo se trata de de tener la humildad suficiente para verlo, y la voluntad firme para estar dispuesto a resolverlo.
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