Mi mente duda bastante y la duda me acompaña siempre. Hay en mí una parte escéptica importante.
La duda me ayuda a no sentirme en posesión de la verdad, es una vacuna para mi posible fanatismo que me ayuda a relativizar muchas cosas.
Es la duda la que me lleva a escuchar al otro, sabiendo que en sus palabras puede llegarme un enfoque que no se me había ocurrido y que enriquezca al mío.
Pero la duda hay que saber gestionarla para que no te paralice. La duda no anula nunca mi criterio, sino que me ayuda a irlo afinando.
Tampoco hace que no apueste firmemente por aquello que considero o siento como correcto. Mi apuesta es firme y mi entrega importante.
Y es que, no es la certeza absoluta la que me mueve en la vida, sino la confianza serena en aquello que hago, procurando siempre mantener una humilde disposición a cualquier corrección que fuera necesaria.
La duda me ayuda a no sentirme en posesión de la verdad, es una vacuna para mi posible fanatismo que me ayuda a relativizar muchas cosas.
Es la duda la que me lleva a escuchar al otro, sabiendo que en sus palabras puede llegarme un enfoque que no se me había ocurrido y que enriquezca al mío.
Pero la duda hay que saber gestionarla para que no te paralice. La duda no anula nunca mi criterio, sino que me ayuda a irlo afinando.
Tampoco hace que no apueste firmemente por aquello que considero o siento como correcto. Mi apuesta es firme y mi entrega importante.
Y es que, no es la certeza absoluta la que me mueve en la vida, sino la confianza serena en aquello que hago, procurando siempre mantener una humilde disposición a cualquier corrección que fuera necesaria.
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