Las fantasías son siempre individuales, y es en la realidad donde podemos encontrarnos.
Cada uno construye unas fantasías a medida de sus necesidades compensatorias. Buscamos en ella obtener lo que creemos necesitar debido a los traumas y experiencias no resueltas en nuestro pasado.
En esas circunstancias, la comunicación es imposible y lo más que puede darse es un mutuo reforzarse de las fantasías.
Sólo cuando honestamente estamos dispuestos a sanar nuestro pasado mirándolo cara cara, es cuando podemos transcender nuestra visión irreal.
Y es en esos casos cuando, a través de la comunicación con el otro, nos ayudamos mutuamente a trascender nuestros mundos privados.
Es el miedo el que nos lleva a vivir encerrados en el falso mundo que crea nuestra mente, y el que hace, además, que veamos al otro como una amenaza.
Y es el amor el que nos permite abrirnos al otro, comprender y encontrar juntos esa realidad que está más allá de cualquiera de nuestras fantasías.
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