En los procesos de comunicación humana dos procesos son necesarios: el de decir y el de escuchar.
Para tener algo que decir y que aportar al otro, uno ha de pensar por sí mismo, tener un criterio propio, y eso conlleva, inevitablemente, una búsqueda en soledad, un ir juntando piezas de una cosmovisión propia que nos permita acercarnos a la vida.
Es lo que uno va aprendiendo del cómo vive aquello que le va sucediendo, y de la sabiduría que es capaz de extraer de ello.
Cuando alguien se limita a ser seguidor de otros, sin criterio propio, no aporta mucho de lo que haya vivido realmente, sino que repite algo que oyó y que le pudo parecer interesante, sin intentar entender el significado de su propia vida.
Y por otro lado, es también muy importante saber escuchar, porque es entonces cuando nos abrimos al otro y cuando tomamos otros puntos de vista que pueden mejorar y corregir el nuestro, siempre tras una asimilación personal.
A veces, puede no ser fácil saber mantener el equilibrio entre esos dos procesos, pero de ello depende, realmente, la riqueza en nuestro nivel de comunicación.
Para tener algo que decir y que aportar al otro, uno ha de pensar por sí mismo, tener un criterio propio, y eso conlleva, inevitablemente, una búsqueda en soledad, un ir juntando piezas de una cosmovisión propia que nos permita acercarnos a la vida.
Es lo que uno va aprendiendo del cómo vive aquello que le va sucediendo, y de la sabiduría que es capaz de extraer de ello.
Cuando alguien se limita a ser seguidor de otros, sin criterio propio, no aporta mucho de lo que haya vivido realmente, sino que repite algo que oyó y que le pudo parecer interesante, sin intentar entender el significado de su propia vida.
Y por otro lado, es también muy importante saber escuchar, porque es entonces cuando nos abrimos al otro y cuando tomamos otros puntos de vista que pueden mejorar y corregir el nuestro, siempre tras una asimilación personal.
A veces, puede no ser fácil saber mantener el equilibrio entre esos dos procesos, pero de ello depende, realmente, la riqueza en nuestro nivel de comunicación.
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