En esto del apego no hay que confundir el amor a uno mismo con el apego a uno mismo.
Amarse a uno mismo es aceptarse tal cual uno es en el momento presente. Nos apegamos a la imagen que hacemos de nosotros mismos, a lo que queremos ser o a lo que creemos ser.
Esa imagen nos encorseta y nos impide crecer, y es, además, fruto de nuestros miedos, sobre todo de nuestro miedo a no ser lo suficientemente buenos, como si lo que realmente somos, no fuera a ser suficiente.
El apego a uno mismo es, como todos los apegos, exclusivo y excluyente, y deja fuera a los otros.
El amor es integrativo e incluyente y ayuda a ver, sin ningún tipo de límites, como propio todo cuanto nos rodea, porque ni a nada ni a nadie lo siente ajeno.
El apego ve los intereses individuales como contrarios y en pugna a los de los demás. Y el amor, por el contrario, sabe que los intereses de todos y los de uno mismo, son siempre coincidentes.
Amarse a uno mismo es aceptarse tal cual uno es en el momento presente. Nos apegamos a la imagen que hacemos de nosotros mismos, a lo que queremos ser o a lo que creemos ser.
Esa imagen nos encorseta y nos impide crecer, y es, además, fruto de nuestros miedos, sobre todo de nuestro miedo a no ser lo suficientemente buenos, como si lo que realmente somos, no fuera a ser suficiente.
El apego a uno mismo es, como todos los apegos, exclusivo y excluyente, y deja fuera a los otros.
El amor es integrativo e incluyente y ayuda a ver, sin ningún tipo de límites, como propio todo cuanto nos rodea, porque ni a nada ni a nadie lo siente ajeno.
El apego ve los intereses individuales como contrarios y en pugna a los de los demás. Y el amor, por el contrario, sabe que los intereses de todos y los de uno mismo, son siempre coincidentes.
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