Cuando te dejas fluir por la vida y por tu ser interior, ésta te lleva a veces por terrenos insospechados, de repente la vida tiene algo de profunda aventura.
Muchas veces te saca de tu zona de confort y te lleva a vivir experiencias que, desde nuestra comodidad, no hubiéramos escogido ya que nos obligan a adaptarnos.
Cuando te dejas llevar por la vida muchas veces no entiendes el sentido de aquello que estás viviendo hasta después de haberlo vivido, es entonces cuando cobra sentido la experiencia.
Y también suele suceder que cuando fluyes, la vida fluye contigo y las circunstancias se alinean para hacer posible, y de la manera más adecuada, la experiencia que había de vivirse.
Cuando fluyes no controlas, porque el control siempre viene de lo conocido y te queda aprisionado ahí, y porque cuando fluyes sabes que tú formas parte de un movimiento que es mucho mayor que tú.
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