Nuestros juicios y nuestras críticas hablan de nosotros y de nuestras creencias más que de aquello a lo que criticamos.
Por ejemplo, si yo tiendo a criticar el que muchos quieran conseguir las cosas fácilmente y sin esfuerzo, en realidad estoy diciendo que yo creo que es necesario mucho esfuerzo para conseguir las cosas.
Proyectamos hacia fuera opiniones y no vemos que esas opiniones hablan más de nuestra mirada, de nuestra realidad interna, que de la realidad que juzgamos.
Y éste es un hecho que podemos usar en nuestro proceso de evolución personal y de autoconocimiento. ¿Qué es lo que suelo criticar? ¿Qué es lo que me molesta?
A partir de ahí, puedo observar qué creencias limitan y definen mi visión de las cosas, e incluso puedo investigar de dónde me viene, si es de mi entorno familiar, de experiencias vividas...
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