En la vida hay que estar dispuesto a renacer, a transformarnos para desarrollar áreas dormidas en nosotros.
En nuestra infancia vamos desarrollando una personalidad que es resultado de haber reprimido aspectos de nuestra realidad interior.
Eso es algo que hicimos para poder obtener algún tipo de atención o de aprobación, para sobrevivir en un mundo que requería de nosotros una forma de ser determinada.
En ocasiones la vida te pide un auténtico renacer, un dejar ya esa personalidad adaptativa y sacar otra que se ajuste a las nuevas necesidades de tu vida, una forma de ser más honesta contigo mismo.
Y esto sólo es posible cuando dejamos de estar pendientes de las demandas externas y conectamos con nuestras demandas internas, con la demanda de ser, simplemente, la expresión de uno mismo con una mayor autenticidad.
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