La competitividad pertenece al viejo paradigma, es un mirar hacia afuera en un constante ejercicio de comparación con los demás.
Envidiar o admirar lo que otro tiene, es, o hace, o intentar seguir el camino de otro, es perder la oportunidad de desarrollar y desplegar nuestro propio potencial porque es como estar distraídos.
Lo importante es ver el punto en que nos encontramos nosotros, los bloqueos que frenan nuestra evolución y la mejor forma de sanarlos.
Es así como vamos permitiendo que nuestro potencial se vaya desplegando, que vayamos fluyendo a un caudal mayor.
Para cada uno de nosotros no hay mejor camino que el nuestro, no porque sea el mejor de todos los caminos, sino porque realmente es el único que podemos recorrer con nuestros propios pies.
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