Una y otra vez tendemos a caer en los mismos errores, lo cual dificulta notablemente el camino de evolución colectiva.
La espiritualidad no puede basarse en una negación de la realidad en la que nos movemos, no podemos construir la espiritualidad a modo de un idealismo alternativo.
Ello es entrar de nuevo en un imposible, y supone seguir atrapados en el juego dual, "si creo que esto que hay es negativo, construyo una alternativa en la dirección contraria..."
Y eso lo hacemos de nuevo desde una ingenuidad voluntarista en la que pensamos que basta con nuestra buena voluntad y deseos para que todo cambie.
De lo que se trata, realmente, es de ver que la realidad es Una y que hay que trascenderla, no huyendo de ella, sino profundizando en ella. Y que eso es algo que se hace siempre en nuestro propio interior, cada uno en contacto con su propia realidad.
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