Para algunas personas, superar u suceso doloroso o dramático en la vida es un síntoma de fanatismo. Lo normal y natural es hundirse en una depresión.
Para esas personas la muerte es una tragedia que nos deja sobrepasados, y el ser humano un ser frágil sometido a las duras inclemencias del destino.
Se ven las nuevas filosofías o la nueva espiritualidad como unas teorías consoladoras que ayudan a autoengañarnos para sobrevivir.
Y es al revés, lo irreal es pensar que la muerte no es algo natural o que no tenemos capacidad para afrontar aquello que nos trae la vida. Ése es, realmente un pensamiento enfermo e incluso fuera de la lógica, un pensamiento anclado en los miedos no sanados.
Ningún otro ser vivo hace de la vida una tragedia, ni ninguna otra cultura lo hace tanto como la occidental. La vida es, sencillamente, lo que es, y de nosotros depende vivirla para crecer, evolucionar, y ser lo más felices que podamos en ella.
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