Los momentos de cambio suelen ser delicados y muchas veces también desconcertantes. Uno no sabe bien a qué atenerse, lo anterior ya no nos sirve y lo nuevo no acaba de instalarse.
Es como lo que se vive en la adolescencia, la salida de una infancia que va quedando atrás y el adentrarse en un mundo de mayores que no parece tener mucho sentido.
En estos momentos estamos despertando de una visión ingenua de la vida en la que las "autoridades" cuidaban de nosotros y en la que proyectábamos en los otros nuestro propio malestar. Pero aún nos cuesta asumir la responsabilidad principal en nuestra vida.
Siento este tiempo como trascendental a la vez que difícil de vivir. Un tiempo que ofrece unas posibilidades más abiertas que nunca por todo lo que vamos madurando y descubriendo, aunque el camino no sea fácil.
Y es que siempre nos queda la pregunta clave: ¿cómo decides vivir tu vida en estas circunstancias? Porque somos fruto de nuestro tiempo, pero también semilla de los tiempos venideros.
Es como lo que se vive en la adolescencia, la salida de una infancia que va quedando atrás y el adentrarse en un mundo de mayores que no parece tener mucho sentido.
En estos momentos estamos despertando de una visión ingenua de la vida en la que las "autoridades" cuidaban de nosotros y en la que proyectábamos en los otros nuestro propio malestar. Pero aún nos cuesta asumir la responsabilidad principal en nuestra vida.
Siento este tiempo como trascendental a la vez que difícil de vivir. Un tiempo que ofrece unas posibilidades más abiertas que nunca por todo lo que vamos madurando y descubriendo, aunque el camino no sea fácil.
Y es que siempre nos queda la pregunta clave: ¿cómo decides vivir tu vida en estas circunstancias? Porque somos fruto de nuestro tiempo, pero también semilla de los tiempos venideros.
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