De lo que se trata ahora es de ver que no teníamos nada que ordenar por nuestra cuenta, que el supuesto orden construido no era sino caos.
Hemos intentado construir un orden artificial y lo hemos llamado civilización, enviando al inconsciente todo aquello que no encajaba en él.
Y el resultado es caótico porque sin esas piezas eliminadas nos es muy difícil entender el conjunto.
Ahora se trata de volver a recuperar y a mirar lo reprimido y, poco a poco y humildemente, reconocer el orden subyacente en todo que siempre estuvo.
Cada cual mirando dentro de sí y haciendo la labor en su propia naturaleza, reconociendo y reconciliándose con su auténtico orden armónico interior y, desde ahí, abrirse al mundo.
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