lunes, 26 de noviembre de 2018

CASTIGOS.



Hay cosas que, poco a poco y como sociedad vamos trascendiendo paulatinamente, y una de ellas es la conveniencia de los castigos.

Cuando obramos equivocadamente el castigo no nos sirve de demasiado, lo que realmente nos vale es el reconocimiento del error y la disposición para corregirlo.

El castigo se basaba en la idea de que servía para meter miedo y eso "motivaba" a corregir, pero claro no se corregía porque uno comprendiera que era lo correcto sino por el miedo al castigo.

Y por otro, se basaba en la idea de la culpa que tiene que ser pagada o redimida a través del sufrimiento, es el sufrimiento el que nos purificaba. Hoy nos puede costar entenderlo y podemos verlo como absurdo, pero ha sido así durante siglos.

No hay que olvidar que el miedo y la culpa son las dos emociones con las que más se nos ha manipulado para conseguir nuestra sumisión y que siguen muy presentes aún en nuestro inconsciente y en el inconsciente colectivo.

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