Hemos detener claro que lo que vemos o pensamos de la realidad no es más que la interpretación subjetiva que hacemos de la misma.
Esa interpretación tiene que ver con la personalidad adaptativa o ego que construimos en nuestra infancia. Vemos la vida a través del prisma que creamos en esa etapa de nuestra vida.
Y mientras más desequilibradas fueran las circunstancias que vivimos y el cómo las vivimos, más tenderá a ser también desequilibrada nuestra visión.
Entender esto tan simple es esencial para comprender que cada persona tiene un modo particular de leer e interpretar la realidad y que es bastante normal que los demás vean las cosas de forma diferente a la nuestra.
Hemos de se conscientes de que, en muchas ocasiones, la perspectiva de los otros puede enriquecer la nuestra y por eso es tan importante saber escuchar. En todo caso, madurar es también ir siendo cada vez más objetivo, con una visión más amplia y profunda de la realidad que vivimos.
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