Cuando no evolucionamos la vida se limita a irnos desgastando en todos los sentidos, no hay maduración sino envejecimiento.
Y cada persona ha de escoger el camino que considera más adecuado para su evolución. Uno ha de ver, por sí mismo, aquello que le ayuda a crecer y a transformarse.
Las personas de nuestro entorno pueden intentarnos hacernos desistir por varias razones, normalmente es el miedo el que les mueve, miedo a cómo pueda afectar a la relación los cambios, o miedos a que la persona se autoengañe o la engañen.
Pero esos miedos, muchas veces, esconden sus propio miedos a la evolución, y también a estar equivocados en su postura de inmovilismo.
Por eso hemos de ser lo suficientemente maduros como para asumir nuestra responsabilidad en nuestro camino y dilucidar por nuestra cuenta qué es lo que nos vale o no, qué es lo que realmente nos ayuda y nos conviene.
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