Se ha usado tanto el lenguaje para engañar y manipular que muchas personas desconfían ya de las palabras.
Se han hecho barbaridades en nombre de Dios, del amor, de la libertad, de la paz... Y parece que las hubieran vaciado de contenido, que las hubiesen despojado de su autentico valor.
Para volver a ellas y a su significado original, hemos de usarlas con humildad y respeto, desde la firme convicción de no querer utilizarlas para el engaño, ni para justificar lo injustificable.
Y hemos de entender que esas palabras han de ir refrendadas por unas actitudes y unos hechos, que ha de verse la coherencia de quien las emite. Y eso implica que nosotros mismos tengamos claros esos conceptos, que sintamos su significado y que obremos en consecuencia.
Porque lo peor de todo es pensar que no existe ninguna realidad tras esas palabras, creer que son sólo conceptos sin realidad, volvernos, en definitiva, cínicos y descreidos de todo. El que existan personas que las usen para engañar no niega nunca la hermosa realidad a la que hacen referencia.
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