Mientras más intentamos forzar la realidad para que las cosas cambien, mientras más intentamos controlar esa realidad para que se ajuste a lo que consideramos adecuado, menos modificaciones reales hay.
Entre otras cosas porque tan sólo nos movemos en los síntomas del problema, no en sus causas. Como se suele decir, es coger el rábano por las hojas.
Mientras más conseguimos acceder a las causas reales de cualquier situación, más sutil es la apariencia del cambio pero más potente el cambio real que se produce.
Y para irnos a las causas de los problemas nada mejor que adentrarnos en nosotros mismos y en ver los conflictos interiores que, de una u otra forma, son los mismos de los problemas que vemos fuera.
Porque, al fin y al cabo, cada cual es, de su propia mente, de donde ha de saber erradicar la ignorancia.
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