En nuestro proceso de evolución y de sanación de nuestro pasado, un cierto egoísmo es inevitable como medio, nunca como fin en sí mismo.
Para sanar nuestro pasado es preciso que prioricemos eso sobre las expectativas (egoístas por otro lado), que los demás puedan tener sobre nosotros.
Uno ha de aprender a conectar consigo mismo y a no depender más de la aprobación externa, puesto que esto fue lo que nos provocó muchos de los principales conflictos internos del pasado.
Y así, una de las manifestaciones de nuestra sanación es el desarrollo de nuestro potencial interno, la llamada autorrealización, más allá de cualquier expectativa ajena.
Pero esa autorrealización no se hace en el vacío, sino, precisamente, en nuestra relación con los demás. Es, a través de esa relación con ellos y siendo y aportando lo que realmente somos, como logramos realizarnos, de una forma efectiva, en el mundo.
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