Las personas que tenemos más cercanas pueden ayudarnos a evolucionar o ser un importante freno a nuestra evolución.
Cuando establecemos una relación hay elementos comunes que se convierten en una especie de acuerdo tácito. Puede ser, por ejemplo, los distintos roles a desempeñar.
Pero, cuando evolucionamos, el acuerdo se nos queda insuficiente y, siguiendo el ejemplo puesto, ya no nos satisface el papel escogido, sentimos que nos limita demasiado.
La otra parte de la relación ve esto como una traición y como una amenaza a la relación tal y como se había acordado, y tiende a oponerse a la evolución.
Y en esa situación tenemos dos opciones: o ser fieles a nosotros mismos y forzar un cambio evolutivo en la relación o, incluso, la separación. O bien entrar en incoherencia con nosotros mismos para no molestar al otro e intentar que la relación siga como si no hubiera pasado nada.
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