¿Qué educación queremos para nuestros hijos? ¿Queremos que sean personas formadas, maduras y responsables, capaces de pensar por sí mismos, o simples piezas en un incierto sistema económico?
Hay cosas bien sencillas para mejorar la vida, empezando por lo más simple, por aprender a respirar mejor, por desbloquear nuestras restricciones respiratorias.
Aprender, además, a pensar mejor, a eliminar nuestras distorsiones mentales, a pensar y a reflexionar por nosotros mismos.
A comprender mucho mejor que tan importante como la higiene física es la higiene mental y la emocional. Para ser así, en definitiva, personas más felices y completas.
Y no hay que esperar a que las instituciones públicas se pongan de acuerdo para ello, algo por otro lado bastante improbable, sino que se trata de que nosotros sí que lo hagamos, empezando con nosotros mismos y nuestra reeducación y siguiendo con nuestros propios hijos.
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