Sólo podemos juzgar aquello que no comprendemos y es nuestra ignorancia la que se atreve a juzgar a otros.
Cada persona actúa como puede y como sabe en una vida en la que no existe un manual de instrucciones y en la que cada cuál trae una mochila diferente de su pasado.
Juzgamos desde nuestro criterio parcial, nunca desde la visión del otro. Y lo que hacemos con nuestro juicio es, simplemente, definirnos a nosotros mismos, más que definir al otro.
Porque mi juicio me habla de mis valores y de mis prioridades que, obviamente no son las mismas que las que pueda tener la persona a la que juzgo.
Y es que el juicio nos mantiene encapsulados en nosotros mismos y en nuestra visión limitada de la realidad. Es la comprensión del otro y de sus circunstancias y el esfuerzo que eso conlleva, lo que nos permite, realmente, abrirnos hacia fuera y ventilar nuestra mente.
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