En neurología se ha constatado que más del 95% de las decisiones las toma el inconsciente, y que, en una decisión, las áreas inconscientes se activan ocho segundos antes que las conscientes.
Lo que hacemos con el consciente es, en la mayoría de los casos, simplemente justificar con argumentos la decisión tomada.
Y suele comparase a la mente con un iceberg en el que la mayor parte sumergida corresponde a la mente inconsciente.
Resulta sorprendente que, sabiendo esto, la mayoría de las personas se sigan negando a ver cómo funciona su inconsciente y los elementos que hay atrapados en él y que están condicionando poderosamente sus vidas.
De no ir sanando ese inconsciente y viendo qué elementos podemos traer al consciente, nos limitamos a comportarnos como autómatas que reaccionan siempre en función de unos patrones ocultos desconocidos.
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