A veces es importante mirar las cosas desde una distancia suficiente como para permitirnos contemplar con amplitud lo que sucede.
Cuando vemos algo que percibimos como una injusticia tendemos a enfocar nuestra comprensión en la parte de la víctima.
Nos cuesta entender que en esos sucesos la clave es la dinámica que se da entre las dos partes. Algo parecido a lo que ocurre en la compraventa. Para que haya un verdugo ha de haber una víctima y para que haya una víctima ha de haber un verdugo.
Y nos identificamos más con la víctima porque nos cuesta ver al verdugo que hay en nosotros y lo escondemos en nuestro inconsciente.
Y no nos damos cuenta que muchas veces, cuando más agresores somos, es cuando más consideramos que somos víctimas y que eso es, precisamente, lo que usamos para justificar nuestra agresividad.
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