Lo primordial para tener unas relaciones sanas con los demás es sanar la relación que tenemos con nosotros mismos.
Todo desequilibrio en esa relación con nosotros mismos va a suponer un desequilibrio en nuestras relaciones y va a ser, posiblemente, una fuente importante de conflictos.
Expectativas irreales con respecto al otro, dinámicas tóxicas de relación que nos impiden crecer, codependencia, etc., son ejemplo de ello.
Antes las relaciones eran rígidas y estaban basadas en roles muy definidos, y eso hacia que se mantuvieran a pesar de todas las crisis y tensiones, a pesar de la violencia implícita que pudiera haber en ella o de la toxicidad de la relación.
Hoy los tiempos han cambiado y las relaciones no permiten ya jugar en otro campo que el de la honestidad y la voluntad de ir sanando, también, la relación con nosotros mismos a través de lo que nos muestra de nosotros mismos la relación con el otro.
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