Olvidamos constantemente que, en realidad, es mucho más importante ser comprensivo que ser comprendido.
Nuestra obsesión por ser comprendidos es, en la mayoría de los casos, fruto de la incomprensión que sufrimos en nuestra infancia. En esa actitud aún persiste el sentimiento de ser una víctima.
Es importante asumir nuestra responsabilidad y entender que si nadie nos comprende puede ser que nuestro planteamiento sea muy poco claro o que no nos sepamos explicar muy bien.
O también puede significar que estamos en un punto de evolución al que los demás aún no han llegado, pero cuando esto se da nosotros sí que comprendemos perfectamente la falta de comprensión de los demás porque, en su momento, también estuvimos en ese punto.
Cuando de verdad comprendemos a otro, sus razones y sus circunstancias, tendemos a juzgar menos y a amar más, lo cual, por otro lado, siempre es lo mejor para nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario