Hay mentes cerradas que no se cuestionan nada, que se aferran a lo conocido y a su limitada visión de la realidad.
Y hay corazones cerrados que sólo se relacionan con un número muy limitado de personas que consideran de los "suyos", ajenos e indiferentes al resto del universo.
Y no es cuestión de ser extrovertidos o introvertidos, más o menos tímidos. Va más allá de eso.
De hecho cuando nos abrimos de verdad combinamos ambos aspectos. Tenemos contacto con nuestro mundo interior, como los introvertidos, y a la vez podemos expresar ese mundo interior a los demás, como hacen los extrovertidos.
Cuando una persona tiene su mente y su corazón abiertos, ventila y oxigena todas las relaciones en las que participa, y va ayudando, con su mera presencia, a que los demás también puedan ir abriéndose.
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