Detente un instante, observa tu vida y descubre qué prioridades has establecido en ella, qué es lo que ocupa tu tiempo y tus pensamientos.
Es importante ver si somos coherentes con nuestras prioridades. Porque lo que de verdad importa no es lo que creemos que es importante para nosotros, sino aquello que realmente priorizamos.
Y muchas veces justificamos esa incoherencia, el hecho de que vivamos centrados en cosas que deberían ser secundarias para nosotros, con la excusa de que lo hacemos por otros.
Ya no hay excusas, somos responsables de nuestra vida y de lo que hacemos ante nosotros mismos, no carguemos sobre los hombros de los otros esa responsabilidad.
Estamos en un momento que exige de nosotros coherencia, honestidad y autenticidad . Y los demás tampoco se merecen menos de nosotros.
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