Una de las cosas que suele llevar las relaciones a un callejón sin salida es la creencia de que necesitamos que el otro sea o se comporte de una determinada manera.
Aparte de no ser una necesidad real, eso no es posible, porque cada cual suele ser, simplemente, como puede y como sabe. Y ningún cambio fuerte puede venir por el deseo de agradar o de complacer a otro.
Los cambios requieren una entrega muy importante que se da cuando surge de una auténtica necesidad interior, no porque vengan exigidos desde el exterior.
Por otro lado, cuando queremos que el otro se ajuste a lo que creemos necesitar, no estamos respetando su libertad de ser tal y cual es, no lo aceptamos y lo juzgamos como insuficiente.
Podemos ver y sentir si una relación nos ayuda a crecer o dificulta nuestro crecimiento, y podemos decidir, por tanto, el nivel de profundidad e implicación que tenemos en ella, pero mejor hacerlo desde la aceptación respetuosa de ese otro tal cual es.
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