Cada vez más personas se encuentran cansadas por las mentiras y las meras apariencias, y sienten que ya es imprescindible traer la verdad a sus vidas.
Y sabemos que no hay peores mentiras que las que nos contamos a nosotros mismos, porque nos mantienen en un estado de nebulosa confusión que nos impide entender aquello que vivimos.
Sentimos ya la complejidad que supone vivir a base de mentiras y la dificultad que conlleva en nuestra relación con los demás. Vivimos cada vez peor un aparentar de cara a los demás que nos hace sentir de una forma dolorosa nuestra soledad.
Y es por ello que, cada vez más, vamos sintiendo una sed de verdad, de ser nosotros mismos, de no esforzarnos más en ser lo que no nos sale de natural ser.
Lo cual nos trae una hermosa bendición, aunque en principio pueda venir acompañado de esa sensación de hartazgo, porque muchas veces es, a partir de ese cansancio, cuando nos atrevemos a buscar más profundamente la sencilla verdad en nuestra vida.
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