Hoy en día las relaciones que tenemos están más sujetas a muchos más cambios que las que teníamos hace años. ¿Significa eso que son más superficiales?
En mi opinión, no necesariamente. El modelo de relación del que venimos era más rígido y se ajustaba más a una idea de roles establecidos del que el más evidente era el rol de hombre y el de mujer, también el de hijo, el de madre, el de abuelos, etc. O también roles derivados de nuestro trabajo o labor social.
Y el tratamiento que nos dábamos se debía, en gran medida, al rol que tuviésemos, en un juego de relaciones ya estipuladas.
Actualmente, todo eso está en proceso de cambio y muchos de nosotros vamos más allá de esos roles y nos relacionamos con la persona en sí, con lo que su alma nos despierta, lo cual supone una mayor profundidad en las relaciones.
Es el instante, el momento, el que nos dice entonces lo que esa relación, aún siendo una relación muy puntual de dos desconocidos, puede dar de sí, el que nos dice a qué grado de profundidad pueden llegar a acceder esas dos almas que se encuentran y que se comunican.
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