A veces estamos convencidos de que las circunstancias externas son más fuertes que nosotros y no somos capaces de ver nuestra capacidad de sobreponernos a ellas, no somos capaces de ver nuestro poder de acción.
En esos casos, nos limitamos a sentirnos víctimas de las circunstancias y a desear y esperar que cambien. O luchamos contra la realidad que tenemos en una constante queja, o quedamos paralizados en una resignación estéril.
En estos casos procuro ayudar a la gente a que vea que la realidad externa es la que es, pero que eso no anula nuestra capacidad interna de afrontarla y de crecer con ella. Y que no es nunca lo mismo aceptar la realidad de una forma proactiva que resignarse inútilmente en la parálisis.
Para hacer eso hemos de reconocer nuestro valor y nuestro poder, darnos cuentas de que a veces hemos sido víctimas de una desvalorización incapacitante por parte de otros pero que la que ahora realmente nos afecta es la nuestra.
En definitiva, es ver lo que hay y todo lo que puedo hacer y aprender con ello.
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