Caminamos como sonámbulos por el mundo, sin entender nada de lo que nos pasa, como víctimas inconscientes y sufridoras de todo lo que nos toca vivir.
En esas circunstancias, nos parece imposible creer que somos los artífices de nuestra vida, que atraemos inconscientemente, y desde nuestro poder real, todo lo que hay en ella. Y también nos es difícil asumir por ello nuestra responsabilidad.
Cuando todo iba con rígidos patrones familiares y sociales establecidos, se vivía en una cierta fantasía de orden. Pero ahora que esas referencias se vienen abajo y ya dejan de funcionar, la sensación suele ser de desorden y caos.
Muchas veces corremos entonces de un lado a otro como niños asustados, o nos aferramos como podemos a los restos del naufragio.
Pero es precisamente ahora, cuando vamos saliendo de ese falso orden que nos mantenía en el sueño, cuando nos es mucho más fácil vivir despiertos a otros aspectos mas profundos de una realidad que se abre ante nosotros en un infinito abanico de nuevas y maravillosas posibilidades.
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