Los animales saben por instinto qué es lo que les conviene y qué lo que no. Los seres humanos hace tiempo que dejamos atrás nuestros instintos y lo tenemos un poco más complicado.
Nos pasamos la vida elucubrando qué será lo mejor para nosotros, intentando decidir cuál es la mejor opción a tomar.
Y durante mucho tiempo hemos dejado que las respuestas nos las den desde fuera y que sean otros los que nos digan qué es lo más adecuado para nosotros.
De alguna forma, eso también nos liberaba de la responsabilidad de decidir y de la posibilidad de equivocarnos que eso conllevaba. Nos parecía mejor limitarnos a quejarnos de los errores de otros, sentirnos inocentes víctimas.
Pero ahora ya es el momento de empezar a decidir por nosotros mismos qué es lo que queremos y lo que no en nuestra vida. Porque ni la felicidad, ni las respuestas nos van a venir nunca desde afuera.
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