Hay que comprender que cuando algo no está bien en nuestra vida hemos de sanarlo o solucionarlo.
Aquello que no aceptamos, que no integramos en nuestra vida, lo que está negado o reprimido en nosotros, las carencias que traemos, las emociones atrapadas o las creencias que nos limitan. Nada de eso puede arreglarlo nadie salvo nosotros.
Nos pueden ayudar pero no hacerlo nunca por nosotros, porque la responsabilidad es nuestra, y es en nosotros dónde se manifiesta el problema, aunque nos resistamos a ello.
Podemos sentirnos débiles, tener miedo, estar enfermos o a punto de morir, y la responsabilidad seguirá siendo nuestra. Y nada, ni la muerte misma, podrá quitarnos esa responsabilidad.
Porque lo que reclama solución, lo que está sin resolver o en desorden, seguirá, de una u otra forma y en uno u otro plano, demandando ser solucionado, y más nos vale, pues, asumirlo cuanto antes y ponernos manos a la obra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario