Usamos muchas veces la mente para justificar nuestros desequilibrios, o para dar una explicación lógica de aquello que se nos escapa.
Nos cuesta ver que la mente está, la mayoría de las veces, limitada para entender muchas cosas, que aún no está lo suficientemente madura ante ciertos aspectos de nuestra realidad y lo que hace es construir teorías que nos alivian puntualmente.
Podemos crear en nuestra mente una visión higiénicamente ordenada que niegue todo el caos que nuestra vida o nuestro cuerpo nos muestra, incluidos nuestros miedos o nuestra ansiedad.
Es como erigir un edificio sin apenas cimientos, en la confianza de que no vengan nunca terremotos que caigan abajo ese falso edificio de orden que habíamos construido.
Pero la vida siempre es un puro terremoto que se resiste a cualquier salida fácil o superficial. Suele tener la generosidad de confrontarnos una y otra vez con nosotros mismos y con nuestro problema, hasta que seamos capaces de verlo de una forma auténtica y de abordarlo con una sana honestidad.
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