Como dice el dicho: errar es humano y rectificar es de sabios. Cuando cometemos un error podemos rectificar o limitarnos a justificar nuestro error con argumentos mentales.
Y cuando elegimos la justificación, mientras más gordo sea el error, más elaborados y artificiales han de ser los argumentos que lo sostengan.
Desde fuera podemos ver el error muchas veces, pero ha de ser uno mismo el que lo vea para corregirlo. Principalmente por dos razones: porque si corregimos simplemente porque nos lo dicen, no hay evolución, es una corrección descafeinada.
Y porque muchas veces, desde fuera se ven como errores cosas que no lo son, en algunas ocasiones porque el otro actúa como parte interesada y ve como error lo que a él no le conviene.
Es por eso que para que uno pueda ver errores en sí mismo es preciso ser humildes, tener el coraje de afrontarlo y sobre todo, una sana honestidad con nosotros mismos. Corregir nuestros errores es el mejor regalo que podemos llegar a hacernos.
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