Cuando pretendemos realizar cambios desde el exterior suele haber conflictos, por un lado con aquellos que no quieren cambiar, y por otro, con aquellos que piensan que el cambio ha de ir en otra dirección.
Muchas veces esa tendencia a querer cambiar el exterior se debe a que buscamos que la realidad se ajuste más a nuestros deseos o a nuestra forma de ver las cosas en lugar de ser nosotros quienes ajustemos nuestra forma de ver las cosas a la realidad.
Para mí es esencial tener la madurez suficiente como para no estar tanto en lo que creo que debería ser como más en lo que realmente es.
Cuando eso lo aplico a mi realidad interior, ésta cambia por completo, es mi propia consciencia de la realidad la que produce el cambio.
Y, a partir de ahí, es cuando el cambio en lo exterior se hace posible, no ya un cambio intencionado desde la manipulación, sino una transformación natural nacida de la eliminación de todo aquello que impedía la evolución.
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