Hay que esperar el momento oportuno para cerrar heridas y resolver lo pendiente con otras personas, y para sanar, de forma adecuada, la relación.
Vemos esos asuntos pendientes en las reclamaciones que tenemos hacia el otro o que el otro tiene hacia nosotros. Sentimos la frustración de que no sea lo que esperamos o no seamos lo que el otro espera.
Ahí es clave permanecer fiel a nosotros mismos y ser firme en nuestro camino, hacer lo que sentimos más adecuado para nosotros. E ir deshaciendo, a la vez, las expectativas que tenemos hacia el otro, respetando su forma de ser.
Así resolvemos nosotros y desde la calma, y con el corazón abierto, dejamos que el otro vaya resolviendo como vaya pudiendo la frustración que siente hacia nosotros.
Y cuando ya haya podido resolverse puede darse la reconciliación definitiva entre las dos partes, desde el sagrado respeto al camino del otro, y desde un sentimiento afectivo y amoroso entre ambos.
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