Hay veces en las que nuestra intuición se nos manifiesta con fuerza y nos dice por dónde hemos de seguir. Y sentimos que ésa es la voz de nuestro corazón.
Y frente a ella está la voz de nuestra cabeza, de nuestros pensamientos precocinados, la que siempre quiere seguridad y busca lo que considera más "razonable", la que nos mete miedo.
Y es que la mente sólo se mueve en el terreno de lo que conoce, se mueve en las aguas del pasado.
Mientras que la intuición vuela hacia lo desconocido, se atreve a adentrarse en el mundo de las infinitas posibilidades.
Y sólo cuando nos atrevemos a saltar desde la sabiduría de nuestra intuición, estamos listos para aprender a confiar de verdad en la vida y en nosotros mismos.
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