Desde una concepción mental estrecha, la persona va adquiriendo conocimientos a lo largo de su vida, pero desde una concepción más profunda y abierta, la sabiduría siempre ha estado en nosotros.
Los conocimientos se adquieren del exterior pero la sabiduría se extrae del interior.
Y en el tema de los hijos, esto no es un tema menor ya que, sólo si reconocemos que la sabiduría viene del interior, podremos respetar y valorar la enorme sabiduría que muchos de esos niños nos pueden aportar.
De no ser así, estamos cerrados a ellos y pensamos que sólo nosotros, los adultos, somos quienes podemos saber, viendo en ellos sólo la inmadurez.
Muchos de ellos son auténticos maestros conectados con su sabiduría interior y que, en su generosidad, nos ayudan también a conectar con la nuestra.
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