No te tomes lo que te hagan otros como algo personal, aún cuando el que te lo haga sí lo planteé así. Eso no sirve de mucho y sólo complica las cosas.
Cuando nos tomamos las cosas por lo personal suele ser el niño herido el que nos salta, y son esas heridas no sanadas las que, en realidad, nos duelen, heridas de desvalorización, de culpabilidad...
Esto no significa que no tomemos medidas para poder protegernos o defendernos o para que no nos afecte lo que nos hagan, pero sin la necesidad de juzgar o catalogar al otro como mala persona o enemigo.
Lo que hace no nos habla tanto del conflicto que pueda tener con nosotros como del conflicto no resuelto consigo mismo que simplemente lo manifiesta y proyecta hacia fuera. Nos habla de su malestar interior.
Podemos ser firmes desde la armonía y la comprensión de lo que el otro está viviendo, comprendiendo que es su forma de expresar el dolor que lleva dentro.
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